martes, 3 de noviembre de 2009

Sebastián Kneipp

Sebastián Kneipp
“El buen Samaritano”
Alemán (1821-1897)


Su historia…

En Baviera cerca del barrio de Stephansried, hijo de un modesto matrimonio de obreros nace Sebastián Kneipp, el 17 de mayo de 1821. Tuvo una humilde infancia, ni siquiera pudo educarse correctamente, porque ya a los 11 años necesito cumplir jornadas de trabajo completas y tejer como mínimo seis metros de tela en el día. En un porvenir incierto, que solo vislumbraba una vida de duro trabajo. En Sebastián despertó la idea de ser sacerdote. Al principio fue un sueño, luego una razón que le daba fuerzas para enfrentarse con las adversidades. Para alcanzarlo necesitaba hacer largos estudios y disponer del dinero suficiente para costearlo.
Primero, acudió al párroco de Ottobeuren, solicitando que le enseñara latín y lo preparara para ingresar al seminario, obtuvo solo una respuesta negativa, insistió una y otra vez con diversos curas de las parroquias cercanas, obteniendo el mismo resultado. Al cumplir dieciocho años, había ya hablado con más de veinte curas sin obtener lo que deseaba. Llego incluso a suplicar al rector del Colegio de Kempten para que lo admitiese como alumno, pero todo en vano. Ni siquiera su padre aprobaba sus proyectos.
Se concentro en su trabajo con la esperanza de reunir el dinero suficiente para hacer realidad sus ilusiones. Trabajo durante horas pertenecientes al descanso y logro producir algunos metros de tela extras al día, con lo que pudo incrementar sus ahorros. Tres años demoro en juntar el dinero suficiente para costearse sus estudios y subsistir lejos de su hogar.
Para partir eligió el día de su cumpleaños, pero, antes de partir quiso despedirse de su telar, único confidente de tantas amarguras e ilusiones y fue a sentarse frente a el, dispuesto a tejer según creía el por ultima vez. En esto estaba cuando vio con espanto una negra columna de humo, que luego se transformo en grandes llamas elevándose de un extremo a otro por toda la casa, amenazando arrasar con todo. Hizo todo lo posible por salvar su pequeño tesoro que guardaba en el armario de su cuarto, mas lo sorprendió el fuego cuando subía por la escalera y tubo que escoger por salvar su vida, resignándose a contemplar atónito como se consumía el trabajo de toda su vida.
El resultado más grave del siniestro fue que sus padres quedaron sin hogar, en la más desesperante miseria. Tuvo obligadamente que empezar de nuevo, y encargarse con los problemas de la reconstrucción.
Solo atendió a sus inquietudes por el sacerdocio cuando, pasado el verano, quedo terminada su vivienda. Resolvió, entonces partir definitivamente. Con 21 años y una libreta de obrero en el bolsillo en que figuraba como tejedor de oficio, volvió a partir con la esperanza de realizar su sueño; las ordenes sacerdotales.
Con el pretexto de buscar trabajo recorrió Augsburg, Munchen, Schongau, golpeando las puertas de las casas parroquiales, sin conseguir que se apiadasen de el. Tuvo que volver a su hogar y salir una y otra vez, hasta que por fin, encontró en Gronenbach un sacerdote joven, el abate Matías Merkle, que lo escucho y conmovido por el relato de su odisea e impresionado por su perseverancia, acepto enseñarle.
Así fue como después de realizar sus estudios de preparación ingreso al Instituto de Dillingen, durante largas horas de estudios y en solo cuatro años logro el pase, que le permitió ingresar a la Facultad de Filosofía del Seminario de Munich.
El estudio en un cuarto viciado y húmedo, enfermo a Kneipp,”cinco años de horribles privaciones -reconoce- y grandes esfuerzos habían quebrantado mi salud y agotado hondamente mis fuerzas, tanto intelectuales como corporales.” Aunque en ese momento su estado de salud era de lamentar, hoy, la humanidad tiene mucho que agradecer a la circunstancia de haberse Kneipp enfermado. Solo así se despertó en el la necesidad del bien estar físico y encontró la salud para si y sus semejantes en el seno de la naturaleza.

Como descubrió que el camino de la Salud pasa por el agua…

Quien en su juventud llego a pesar más de 100 kilos, se había transformado en un tuberculoso, que no dormía, tan débil que no podía tenerse en pie y al cual habían desahuciado todos los facultativos. El veredicto de la ciencia era: sin remedio, contados sus días.
Un famoso medico militar que vivía en la ciudad le hizo en el transcurso de dos años mas de 190 visitas, más todo inútil. El mismo Kneipp confiesa: “había perdido toda esperanza, esperaba con resignación, mi hora postrera”…
Sin duda Kneipp era un hombre predestinado, el mismo nos cuanta como sucedió lo inesperado. “un día –dice- fui a la biblioteca con uno de mis compañeros, no con el afán de leer, pues era incapaz de ello, sino para distraerme. Como no sabia que libro pedir, me entregaron el catalogo, lo hojee y mis ojos se toparon fortuitamente con un titulo: “Instrucción sobre la eficacia del empleo del agua fresca” por Segismundo Hahn 1754. Llamo este mi atención y leí en el, que el agua podía curar todas las enfermedades. Esto fue para mí” la estrella matutina de un porvenir mas propicio”.
Aun quedaba algo de voluntad y no temió salir del seminario a hurtadillas día tras día, para ir a sumergirse en las heladas aguas del Danubio. Era invierno y la temperatura ambiente era de 15 a 20 grados bajo cero.
Fue tan prodigioso el resultado de estas prácticas que al cabo de poco tiempo se encontró totalmente recuperado. Trato ocultar el procedimiento empleado, pero no pudo hacer lo mismo con su curación que causo sensación en todos los que lo conocían.
Sano ya, continúo sus estudios en el Seminario Georgiano de Munich. Con treinta y un años de edad, el Obispo Mons. Pedro de Augsburgo le confirió las órdenes de presbítero el 6 de agosto de 1852.

Sensibilidad de samaritano…

Ejerciendo ya su ministerio sacerdotal, uno de sus condiscípulos fue el primero que lo conmovió al contarle que “hace doce años que estudio, quisiera ser sacerdote, vivo de limosnas y el medico me niega el certificado de ordenación.” Kneipp viéndose profundamente reflejado se conmovió a ayudarlo y se comprometió a curarlo, usaría el mismo elemento que a el lo había salvado: el agua fría.
Cada noche descendía con su enfermo por la ventana al patio del seminario y, en un depósito de agua que allí había le daba el baño. Era invierno y la temperatura ambiente era de 12 a 15 grados bajo cero.
El seminarista tuberculoso sano, dando la gran sorpresa a sus compañeros, a sus profesores y aun a los médicos. Tal fue su recuperación que pudo pronunciar el sermón de prueba y lo hizo con tanto calor y energía que mereció la aprobación general. Corrió el rumor y se difundió el secreto y la verdad; el padre Kneipp había hecho aquella extraordinaria curación. Curar un tuberculoso con agua fría, es decir contándose el personalmente, ya eran dos los enfermos del pulmón que recuperaban la salud gracias a tan sencillo elemento.
Como Kniepp mantenía vivas sus inquietudes espirituales que lo impulsaron al sacerdocio y recordaba siempre los sufrimientos causados por su enfermedad, era extremadamente sensible al dolor ajeno. Sentía la necesidad de guiar a los enfermos por el mismo sendero que lo había conducido a el hacia la Salud. “me parecía injusto y contrario a los principios de la gratitud cristiana, reconoce, negarle a los enfermos los auxilios que me han producido a mi Salud”
Cuando le reprochaban que no era medico, contestaba: “tampoco el samaritano era doctor en medicina, no obstante el curo al viajero herido y abandonado”
Impulsado por estos sentimientos socorrió a los desamparados, asistió a los heridos y sano a los enfermos ganándose merecidamente, en el corazón a quienes auxilio, el titulo evangélico de “Buen Samaritano.”

Acusaciones, defensa y justicia…

Tantos fueron los enfermos que recuperaron su salud por medio de sus consejos y prácticas hidroterápicas, que pronto los intereses creados se sintieron lesionados.

“Citado ante el tribunal de Langericht, y oída la acusación, como única defensa pregunto al juez, “Cuando a un enfermo a gastado su capital en medicamentos y lo dan por desahuciado, ¿no estoy en condición de ayudar a tal desgraciado? El magistrado comprendió la razón de Kneipp y demostrando interés por sus procedimientos le pidió un consejo sobre un terrible reumatismo que sufría, ya que los médicos no habían podido ayudarlo. De inmediato instruyo al juez sobre lo que tenía que hacer, y tan precisos y exactos fueron sus consejos, que a los pocos días el juez sanaba y Kniepp ganaba a un partidario más de sus enseñanzas.”

“Un tiempo después la burocracia volvió a perseguirlo, esta vez fue citado a Bezirksamt (la prefectura) donde fue reprendido por un funcionario quien le dijo: “tu no eres, sino, un arruinador de la profesión de medico” A lo cual contesto Kneipp tranquilamente: “si curo es por medios naturales y a los enfermos desahuciados por sus médicos y con esta actuación, no comprendo ni porque, hecho a perder la profesión.” El testimonio de una dama vino a confirmar sus hechos “el abate Kneipp me a curado cuando todos los médicos me habían abandonado.” Con estos antecedentes fue absuelto.

“No descansaron los que querían terminar con las actividades de Kneipp, viendo que por los tribunales no seria posible, recurrieron a artimañas poco nobles. Tendieron una trampa muy bien planificada. Sirvió de carnada una señora gravemente enferma a la que el medico le pronosticó pocos minutos de vida. Fue llamado como sacerdote para que la asistiera en sus últimos momentos, le diera la sagrada comunión y administrara el sacramento de la extremaunción. Al acudir al llamado, se encontró con un cuadro patético; en una humilde choza, en cama yacía el cuerpo de una pobre mujer que respiraba con dificultad y en un estado de semi-inconciencia. Rodeada por cerca de diez niños de todas las edades que lloraban impotentes sin poder ayudar a su madre que se moría.
Kneipp sensible al dolor ajeno. Así se explica, que dejase de lado la porta-viático con la hostia, para observar a la enferma atentamente, vio que sus ojos aun brillaban, y que por sus orejas aun circulaba la sangre. No lo pensó dos veces, había que salvar esa vida. Prontamente se puso en actividad, dando órdenes a su esposo y a los niños para que le proporcionaran recipientes con agua, y sacando con la ayuda de ellos a la enferma de la cama, la sumergió por segundos, alternativamente en agua caliente y fría, volviéndola a acostar bien arropada. No tardo en reaccionar, sus mejillas se pusieron rosadas, la respiración se hizo menos fatigosa, volvió el calor a la piel y aun transpiro. Una y otra vez repitió la operación hasta que después de varias horas vio incorporarse a la madre. Estaba salvada.
Sin dudas la actuación de Kneipp era digna de todo elogio, pero sin imaginarlo había actuado de la manera que sus enemigos lo deseaban.
Esta vez no se le acuso de curandero, ahora se lo acuso ante el obispo de una falta muy grave; había descuidado sus deberes de sacerdote, al no darle de inmediato la comunión y la extrema unción a la enferma, exponiéndola a morir sin los auxilios religiosos y de satisfacer su vanidad de demostrar los beneficios de su sistema para aumentar su fama. Cuando oyó tal acusación –cuenta- quedo anonadado, “jamás pensó en tal intención.” Pero estaban los hechos… El párroco Kneipp comenzó a ser famoso, no solo en Alemania, su fama estaba traspasando fronteras, no precisamente por ser sacerdote, sino por sus notables curaciones a enfermos desahuciados. Un reconocimiento así era prohibido para un religioso y fue su obispo quien lo reprendió y le planteo la alternativa: o se desempeñaba como sacerdote o curaba enfermos, pero las dos cosas no a la vez.
La flecha de sus enemigos había dado en el blanco; había faltado a sus deberes religiosos, aun cuando creía cumplir con el mandato evangélico de “curar a los enfermos” pero su resolución estaba tomada, el no se sentía sacerdote por mera casualidad, el lo era por vocación, sabemos cuantos sacrificios le costo para llegar a serlo, por tanto decidió abandonar toda actividad que no fuese en el ejercicio directo de su ministerio sacerdotal.
Su caso repercutió en la católica Baviera después de la medida disciplinaria aplicada en contra de Kneipp, que obligo al obispo a enviar los antecedentes a la autoridad máxima: el Vaticano.
Por entonces, la Iglesia católica era gobernada por uno de sus más sabios pontífices que ha tenido: León XIII, quien se ocupo personalmente del caso Kneipp, estudio todos los antecedentes, terminando por citarlo a Roma. El papa aplicando justicia, no solo lo libero a Kneipp de toda culpa en los hechos que le imputaban, sino que justifico su actuación en pro de la salud de sus semejantes, bendijo su obra y distinguió su persona nombrándolo camarero papal.
León XIII hablo y dijo” Bendigo vuestra loable empresa y digno empeño y bendigo muy particularmente la labor que en aras del prójimo habéis emprendido” y agrego “bendigo a todos los que co-ayuden en vuestra causa.”

Curiosos motivos de atracción a los enfermos…

La primera ocupación que dio la autoridad eclesiástica a Kneipp fue de capellán en Biberach, después a Boos, luego a Ausburgo y en 1855 a Worishofen, y en 1880 fue nombrado párroco de dicho pueblo.
Era un rustico pueblo, con pocas casas y un campanario mas menos gótico que rompía la monotonía de esa humilde localidad.
Al comienzo ni siquiera había alberge, la gente que visitaba al abate Kneipp, debían arreglárselas en las casa del vecindario o como pudieran. En verdad en Worishofen no existía ninguna comodidad, por el contrario los enfermos que acudían hacia cada vez mas inhóspito el lugar, pero el publico sabia que había algo distinto, algo nuevo y se sentían atraído por aquello que alguien llamo: “el cura, la cura y la locura Kneipp.”

La región de los pies descalzos…

El paseo matinal descalzo sobre el roció era una práctica diaria que recomendaba Kneipp, para toda clase de enfermos, tanto fue el beneficio para la salud obtenido por ello, que cada vez aumentaba el numero y entusiasmo de sus adeptos.
Hasta el día de hoy la cuidad de Worishofen gira en torno a las enseñanzas de este sacerdote en donde se pueden encontrar que tanto los sanatorios y el comercio están dedicados al sistema hidroterápico de Kneipp. Existe además una “Asociación de Kneippista” para la salud del pueblo alemán, en donde se venera la memoria del sacerdote. Fomentando parques con piscinas y alfombras verdes acondicionadas para uso publico.

El camino Kneipp…

La experiencia fue la única que le proporciono el conocimiento suficiente, “me he formado en la escuela de la experiencia -decía- y poco debo a los libros, no habiendo leído otro sobre hidroterapia que el de Hahn.”
La obra de Priezznitz y la relación con su método fue de gran utilidad para Kneipp porque le enseño las primeras lecciones sobre el empleo del agua y lo adiestro en su práctica. Comenzó entonces a perfeccionar las ideas y métodos que había conocido en estados de gestación y desarrollo.

• La aplicación del agua fría persigue un triple objetivo: remover las sustancias morbosas, eliminarlas del cuerpo y fortificar el organismo. A “mas fría es el agua –enseña- mas breve debe ser la aplicación, mientras mas calor tenga el cuerpo, mas enérgica será la reacción”
• Solo procediendo con rigurosa exactitud y en el orden establecido por la experiencia Kneippista se puede, con el empleo del agua fría, obtener resultados positivos para la salud. “Imposible sanar –dice- si las aplicaciones se hacen sin orden, ni concierto, solo en parte o de un modo superficial”
• “Todas las partes del ser humano forman un conjunto armónico maravilloso, existiendo una relación intima entre todos sus órganos y las funciones que desempeñan” A esta armonía, a este orden admirable lo llamo “Salud”, y a su alteración y desorden lo denomino con el nombre genérico de “enfermedad.”
• Aconsejo que “los enfermos” no deben esperar su salvación en la medicina, sino, procurar fortalecer la naturaleza del organismo para que esta por si misma consiga el reestablecimiento “Estando en sus facultades, el cuerpo rechaza lejos de si toda materia mortifica y toda enfermedad, por esta razón el trabajo del cuerpo es de resistencia y defensa, descomponiendo, limpiando y eliminando todo brote nocivo y previniendo su desarrollo.
• Todo el cuerpo debe tener cierta cantidad de calor para que pueda ejercer las funciones que le son propias, en su estado normal, los cuerpos poseen este calor natural.
• Abandonamos lo que es simple, natural y razonable para buscar la curación allí donde no se encontrara, en lo que es contrario a la razón y la naturaleza.
• “Ese gran don de la bondad divina que es el agua –decía- no solamente calma la sed del hombre y de los animales, sino que es el primero, el mas excelente y mas común de los remedios.”

Proyecciones de la obra Kneippista…

Es evidente que Kneipp concibió un sistema de recuperar la salud, barato y al alcance de todos, demostrando las ventajas que trajo consigo el modo de vivir natural y sin artificio; popularizo el agua y revoluciono las precarias condiciones de higiene de la época, al familiarizar a sus contemporáneos con el agua y la limpieza.
En reconocimiento a sus meritos el Papa León XIII, el 17 de octubre de 1893 lo nombro oficial de cámara con derecho a llevar el anillo de oro y el traje episcopal. Mas tarde el Patriarca de Jerusalén y le confirió la orden del Santo Sepulcro.

Sus últimos días…

No alcanzo Kneipp a disfrutar mayormente de sus triunfos, cuatro años mas tardes, consecuencia de un resfriado mal cuidado, se lo vio decaído y debilitado, también se comprobó que tenia dificultades en la vejiga provocadas por un tumor que le oprimía, lucho por tres meses por normalizar su organismo pero no reacciono al tratamiento. Así fue como a los 76 años de edad, un 17 de junio de 1897 falleció.
Fue en Alemania, su patria, la que, derrotada en los campos de batalla de la ultima guerra mundial y necesitada de mostrar ante el mundo el verdadero rostro de su cultura y el aporte de sus hijos al progreso de la humanidad, exhibió orgullosa la foto de Sebastián Kneipp en una estampilla de corro, destacándolo como Gran Benefactor.

Método Kneipp…

Ejercicios fortificantes:
Tienen por objetos…
• Regularizar la circulación de la sangre, llevando calor por reacción nerviosa a las extremidades.
• Vigorizar y endurecer el cuerpo, de modo que tolere la humedad y los cambios de temperatura.
• Atraer a la piel las toxinas que circulan en la sangre, para luego expulsarlas por los poros.

Andar descalzos…

• El mas eficaz ejercicio fortificante de los ejercicios es andar descalzo
• El que marcha a pie desnudo no solo no siente nunca frió en las extremidades inferiores, sino que renovando continuamente la circulación en las mismas, las conserva siempre calientes y robustas.
• Mientras el enfermo mantenga sus extremidades frías, pasa a ser juguete de todo tipo de dolencias.
• Innumerables personas que sufren de jaqueca han asegurado, que no existe mejor remedio que mitigue tanto los dolores como el andar descalzo, cuyo ejercicio llega a hacerla desaparecer del todo.
• Andar descalzo es recomendable y necesario para todas las personas en cualquier estado y condiciones, ya que con ella se logra robustecer el organismo y es un buen preservativo para muchas “enfermedades”. Mientras mas largo el paseo es mejor, recomendable es andar sobre hierva húmeda, piedras húmedas, sobre la nieve recién caída, pase por el agua.

El caminó del agua como agente salutífero…

En bebidas
Lociones, lavados y abluciones
Lavado general, total o de cuerpo entero
Lavados parciales
Baño de ojos
Baño de manos y de brazos
Baño de pies
Baño de medio cuerpo
Baño de asiento y con agua caliente
Baño completo, general o entero
Baños de vapor
Envolturas y paños mojados o compresas
• Compresa dorsal, abdominal, envoltura del cuello, envoltura de los pies, envoltura corta, envoltura larga, envoltura larga o sotana española.
En abluciones, chorros o riegos
• Riego a chorros en brazos, espalda y brazos, los muslos o coxal, en las pernas a las rodillas, chorro dorsal, chorros en todo el cuerpo y chorro flagrante.

Las hiervas…

Las hierbas, poseen extraordinarias propiedades salutíferas que en todos los tiempos han servido al hombre para el cuidado de su Salud.

• Tisana
• Árnica
• Las flores de heno



Difusiones de su Enseñanza…

Las ideas de Kneipp evolucionaron, queda de manifiesto en sus libros, asi la duración señalada para algunos baños, como el de asiento por ejemplo, en “Método de Hidroterapia” lo acorta en “Mi testamento”. Otras publicaciones son las siguientes, “Mi cura por el agua” (Meine Waser Kur), “Como tienes que vivir” (So sollt ihr leben), “El consejo de las familias”, “Almanaque Kneipp”, (desde 1894 a 1898), “Atlas de las plantas medicinales”, “El cuidado de los niños”, “Codicilo a mi testamento”.

1 comentario:

  1. Ptimera vez que publico un comentario en muchos años de leer con Internet.
    Es un placer leer todas las entradas, tan buena información y con tanto detalle.
    Gran trabajo, enhorabuena.

    ResponderEliminar